Además de ser un destino de novios por excelencia, las 115 islas coralinas del Índico atraen cada vez más visitantes apasionados por la naturaleza. Añade a tu maleta unas botas de montaña y unos prismáticos; y con la toalla y el bañador no necesitarás mucho más para descubrir su extraordinaria belleza.
MAHÉ: Saborea su encanto
La capital, Victoria, es una localidad pequeña pero con gran atractivo
Las islas Seychelles estuvieron deshabitadas hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando el gobernador de lo que hoy es isla Mauricio las mandó explorar y las reclamó para el estado francés, bautizándolas en honor al ministro de finanzas de Luis XV, Jean Moreau de Séchelles. Igual que sucedería con sus vecinas Réunion y la propia Mauricio, para evitar la dependencia francesa de los cultivos que provenían de ultramar, las Seychelles se usaron como vergel experimental para poder plantar especias, caña de azúcar o mandioca.
Después de los franceses llegó la colonia inglesa, bajo cuyo mando se abolió la esclavitud de todos aquellos que fueron traídos para trabajar en los campos de cultivo. Finalmente los isleños proclamarían su independencia en 1976, pasando el archipiélago a ser la actual República de Seychelles, que conserva como idiomas oficiales los de sus colonias, el francés y el inglés, además del criollo, el más extendido.
Hoy, el epicentro económico y administrativo de Seychelles es la ciudad de Victoria (en la isla de Mahé) seguramente una de las capitales más pequeñas del mundo. Te será imposible perderte en sus calles. Un dato significativo: en Victoria viven alrededor de 25.000 personas, cinco veces menos que los habitantes que tiene, por ejemplo, el barrio barcelonés de Gràcia.
UN PASEÍTO A PIE
Un punto de partida para tu visita puede ser la británica Torre del Reloj, hecha a imagen y semejanza de la situada en Vauxhall Bridge Road en Londres. A pocos metros de ésta se levanta la sobria iglesia de Saint Paul (Albert Street) de estilo colonial y consagrada a la Iglesia Anglicana, de la que forman parte el 7% de la población.
Toda la dosis urbana que vas a tener en tu viaje a Seychelles se concentra aquí, en Albert Street, donde se ubican los dos únicos semáforos de las islas de los que, por cierto, uno no funciona hace años.
Si te agobia el tráfico (es broma), sumérgete en la peatonal Market Street, uno de los mejores lugares en la capital para tomar el pulso al día a día de sus habitantes. Éste es su mayor centro comercial y el pintoresco Mercado Sir Selwyn Selwyn-Clarke, situado en la misma calle, destino ideal para comprar algún recuerdo.
Como en todos los mercados del mundo, a éste es preferible venir a primera hora de la mañana, cuando las señoras ataviadas con sus pintorescos sombreros de paja negocian el precio de unos pescados que aún se mueven en los mostradores (los sábados son los días más animados). Además de frutas tropicales, hortalizas y otros productos frescos, en Sir Selwyn, que por cierto se construyó en 1840, podrás adquirir las especias más usadas en la cocina criolla, tales como los chiles, la canela o el jengibre, a un precio razonable.
Otros lugares donde podrás mezclarte con la comunidad local son los distintos lugares de culto que salpican Victoria, muy concurridos durante las festividades correspondientes a cada religión. Como verás, la ciudad es pequeña pero tiene dos iglesias, católica y anglicana, una mezquita y un templo hindú. El más pintoresco es este último, el Arul Mihu Navasakthi Vinayagar, el único de culto hindú en Seychelles y que está consagrado al Dios de la Prosperidad.
No muy lejos (aquí todo está a tiro de piedra) se levanta la Catedral de la Inmaculada Concepción (Oliver Marandan Street) de confesión católica romana, de largo la religión más seguida en las islas.
Junto a la misma no dejes de acercarte al espléndido edificio de La Domus, la suntuosa residencia que los misioneros suizos construyeron aquí en 1934. ¡La vivienda tenía hasta su propio acueducto! Hoy el magnífico edificio es el hogar de tres sacerdotes, por lo que solo se te permitirá la visita a la parte exterior y a los jardines.
CANELA, NUEZ MOSCADA… Y RON
Una de las excursiones más populares desde la capital es subir (en coche) al monte Sans Soucis, en cuya cumbre se ubican las ruinas de lo que fue el Mission Lodge, un hospicio construido en 1876 para escolarizar a los niños recién liberados de la esclavitud. Aunque no queda mucho de la misión, el entorno selvático del Parque Nacional Morne Seychellois, y especialmente las vistas sobre la costa de Mahé y la miniciudad de Victoria son extraordinarias (entrada libre).
Si eres de los que disfrutan con el trekking, te gustará saber que en los dominios de este parque natural se encuentra el pico más alto de la isla: Morne Seychellois, de 905 metros, además de otros caminos preparados para los senderistas. Aunque casi la totalidad de la reserva se encuentra en estado salvaje la vegetación es tan densa que en algunos puntos deviene inaccesible. Desde la carretera que lo cruza parten varias sendas balizadas que conducen a las colinas de Trois Frères (699 metros), Copolia (497 metros) y Morne Blanc (667 metros).
Otro entorno donde el reino vegetal impone su mandato está en la zona sur de la isla, en el Jardín du Roi, un edén botánico que todavía mantiene la tradición colonial francesa del cultivo de plantas medicinales y especias como la vainilla o la nuez moscada.
Intenta que tu visita coincida con la hora de comer, pues en este exótico vergel disponen de un estupendo restaurante con vistas donde podrás probar lo mejor de una cocina criolla elaborada con frutas y especias de la propia plantación. Nuestros favoritos: el atún con chutney de mango o la dorada al azafrán (Anse Royale).
En el jardín también hay un escueto museo ubicado en lo que fue la residencia de los patronos de la plantación durante el siglo XVIII. Antes de irte pasa por la tienda de recuerdos, donde además de especias en todas sus formas, venden objetos elaborados por artesanos locales.
SAINTE ANNE Y PRASLIN: Prepara tu cámara
No son alucinaciones, las playas que siempre imaginaste están aquí
Muy cerca de Mahé, seis pequeñas islas se reparten el espacio terrestre del Parque Nacional Marino Sainte Anne: la propia Ste. Anne que da nombre a la reserva, Cerf, Long, Round, Moyenne y Cachée. La mayor de ellas (y eso que tan solo mide 2 km de largo por 1 km de ancho) es Sainte Anne, situada a tan solo 4 km de Victoria.
La aguas alrededor de Sainte Anne son hoy uno de los destinos más deseados por los aficionados al snorkel ya que sus fondos son todo un carnaval de corales y peces, donde los delfines y las tortugas carey se dejan ver con cierta frecuencia. Precisamente las playas de Sainte Anne son santuarios para éstas últimas, que acuden a ellas a desovar de octubre a enero.
Si tienes intención de visitar ésta o alguna otra de las islas pertenecientes al Parque Nacional homónimo, a tener en cuenta: el ecosistema marino de Seychelles es espectacular, pero también extremadamente frágil. Es por ello que en el archipiélago existen numerosos proyectos de conservación en los que puedes colaborar como voluntario, entre ellos el del Marine Conservation Society Seychelles (www.mcss.sc), que tiene programas periódicos de monitorización de tiburones y tortugas marinas..
PLAYAS Y VALLES ESPECTACULARES
Praslin es la segunda mayor isla de Seychelles, y se erige como el destino turístico estrella en el archipiélago. Su éxito no es casual: en Praslin se extienden extraordinarias playas de arena coralina y además posee el exuberante Vallée de Mai, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983, en el que crecen los asombrosos cocos de mar.
Las playas más espectaculares se sitúan a lo largo de la costa norte, y la de Anse Lazio, situada al abrigo de la bahía Chevalier, se erige como paradigma de lo que el diccionario define como edén. El espectáculo cromático que ofrece el mar y unas formaciones graníticas que han sido portada en cientos de guías de viaje, bien merecen que incluyas a Anse Lazio entre las elegidas cuando visites la isla.
En la mismísima arena de esta playa y a la sombra de palmeras y árboles takamaka, el restaurante de pescado y marisco Bonbon Plume pondrá la guinda a un día playero perfecto (Anse Lazio).
Otros arenales de ensueño que puedes combinar con el de Anse Lazio son: Anse Georgette, Anse Boudin, Anse Volbert (ideal para el snorkel, especialmente cerca del islote de St. Pierre), Anse Consolation y Anse Marie-Louise.
Pero no solo la arena coralina regala a Praslin su fama, también el Vallée de Mai, uno de los dos únicos lugares del Mundo donde podrás ver al coco de mar en su hábitat originario, el otro está en la vecina isla de Curieuse. Solo los árboles hembra producen estos cocos, que pueden llegar a pesar hasta 30 kilos y su recolección está estrictamente controlada por la Seychelles Island Foundation.
Al margen de estos sensuales frutos, el Vallée de Mai es hogar de otras seis palmeras endémicas del archipiélago, cuyos troncos y ramas se elevan varios metros del suelo. Hay varios senderos balizados en el valle, de fácil acceso y que no presentan ninguna dificultad.
Durante tu ruta estate atento a la presencia de otra especie endémica, ésta en forma de ave: los extraños y esquivos loros negros de Praslin de los que apenas quedan unos 300 ejemplares.
LA DIGUE: Con la brisa
Coge las gafas y un tubo y sumérgete: a cada brazada una sorpresa
Tan solo quince minutos en ferry separan Praslin de La Digue, una isla tranquila cuya minúscula capital La Passe se mueve a ritmo de reggae y donde conseguir una bicicleta debería ser tu primera prioridad (en la Oficina de Turismo situada en el mismo muelle te indicarán dónde alquilarlas).
La Digue no se caracteriza por tener los exclusivos hoteles que podrás encontrar en otras islas; su oferta es más casera y el hecho de que sus medios de transporte más extendidos sean las bicicletas y los carros de bueyes, la convierten en el destino ideal si lo que buscas es un retiro diferente, con regusto auténtico.
La gloria paisajística de La Digue tiene forma de playa: Anse Source d’Argent, que comparte con Anse Lazio (en Praslin) el protagonismo en todas las portadas. Para acceder a ella conduce las dos ruedas de tu bici por el camino que desde La Passe se dirige hacia el sur, pasando por delante del hospital y de la iglesia de Ste. Mary, hasta la plantación de cocoteros de La Unión.
RELAX ENTRE ROCAS
Los inmensos centinelas de piedra granítica que vigilan el arenal de Source d’Argent te darán la bienvenida; busca el camino entre las rocas y encuentra tu particular rincón del paraíso donde estirar la toalla. Pero la inigualable fotogenia de este lugar tiene también sus contras: suele atraer a muchos visitantes. Nuestra recomendación es que acudas por la tarde, cuando los turistas ya se marchan y la bajamar deja al descubierto un arenal más extenso.
Otro consejo: La mayoría de visitantes que llega a La Digue, se dirige directamente a Source d’Argent olvidando que hay otras playas que poco tienen que envidiar a su hermana más mediática. Si quieres vivir tu particular día a lo Robinson Crusoe, no tendrás dificultades para encontrar el escenario perfecto en lugares como Anse Bonnet Carré, Petit Anse o Anse Cocos.
Por cierto, debes saber que una de las habitantes más abundantes de Seychelles es la araña del cocotero (Nephila inaurata), que con sus 10 centímetros de longitud es capaz de poner los pelos de punta al más templado. No te preocupes, a pesar de su temible apariencia estos arácnidos son del todo inofensivos, así que no debes temer si te topas con ellas en las selvas o durante tu día de retraimiento playero.