No me refiero al jamón de bellota o al aceite de oliva virgen extra, sino al todocamino construido por Ford, en la factoría valenciana de Almussafes, para el mercado europeo.
Después de convivir unos días con él, me ha quedado una cosa muy clara: la segunda generación del todocamino de Ford ha cambiado… y mucho. Ya no es el modelo compacto, “coqueto” y llamativo que sorprendió a propios y extraños, en el año 2008. Ahora, se ha convertido en un modelo más grande, habitable y con amplias posibilidades tecnológicas.
En cambio, no hay demasiadas variaciones en la gama de motores de gasóleo, representada aquí por la opción más potente; sin duda, la más adecuada para el nuevo Kuga, que ha pasado de una talla “M” a una “XL”, con las ventajas e inconvenientes que, a continuación, paso a contarte.
Ese “cuerpo”…
Los 4,52 metros de longitud repercuten de forma positiva en el habitáculo, donde los pasajeros de las plazas posteriores disfrutan de mayor espacio para las piernas; no es la única cota que se ha visto beneficiada, pues la altura y la anchura también han aumentado. Tampoco le ha venido mal al maletero, que ha pasado de 410 a 456 litros.
¿Desventajas? También las hay en el aspecto práctico: por ejemplo, el nuevo Kuga ya no entra tan holgado en una plaza de garaje convencional, por lo que, si eres dueño del anterior modelo y pretendes cambiarlo, tenlo muy en cuenta…
Perfecto
Como ya he apuntado, el bloque turbodiésel de 2,0 litros de cilindrada y 163 CV de potencia es el más poderoso de la gama turbodiésel. Asociado a una caja de cambios manual de seis velocidades, consigue una velocidad máxima de 198 km/h y emplea 9,9 segundos en pasar de 0 a 100 km/h. Unos valores más que aceptables para un modelo con tracción integral y un peso, en vacío, ligeramente superior a 1.600 kilogramos. Además, vienen acompañados de un consumo, en ciclo mixto, de 5,9 litros cada 100 kilómetros. Como dato interesante, todas estas cifras son bastante mejores que las anunciadas por la versión con caja de cambios automatizada de doble embrague “Powershift”, algo que no es muy habitual…
"Sedoso"
Es el mejor adjetivo que se me ocurre para calificar al Kuga. La excelente insonorización del habitáculo ha mitigado el ruido y las vibraciones procedentes del motor, dando como resultado un mayor confort acústico. Además, el puesto de conducción es más amplio que en la anterior generación, por lo que, en general, este Kuga da la sensación de ser más coche que su antecesor.
En este sentido, también colaboran tanto el tacto de la dirección, que combina precisión y suavidad a partes iguales, como los cortos recorridos de la palanca de cambios. Sin embargo, el mayor peso del conjunto le ha restado algo de agilidad, una de las virtudes del anterior modelo. En resumen, estamos ante un vehículo más familiar y mejor dotado que antaño, para afrontar largas distancias.
Casi de todo
En lo referente al equipamiento, hablar del acabado “Titanium” en Ford está asociado a la dotación más completa posible. De serie, incorpora elementos tan interesantes como el control de velocidad de crucero, el climatizador automático bizona o las llantas de aleación de 17 pulgadas. Sin embargo, para disfrutar de las verdaderas novedades, es necesario recurrir al listado de opciones, donde encontramos sistemas electrónicos de ayuda a la conducción tan interesantes como el sistema de aparcamiento asistido “Active Park Assist” o el paquete “Tech”, que, entre otros, incluye el “Ford Active Vision”, formado por dispositivos como un sistema de alerta por cambio involuntario de carril, uno de reconocimiento de señales de tráfico u otro de control del ángulo muerto “BLIS” (Blind Spot Intervention System), por citar solo los más significativos.
Por supuesto, no quisiera concluir sin hacer referencia al precio. Los 31.900 € que exige Ford por este Kuga son muy razonables, sobre todo, si tenemos en cuenta que rivales directos como el Mazda CX-5 o el Honda CR-V son más caros y menos potentes…