Cada año millones de personas se acercan a Roma para disfrutar de sus maravillas, tantas, que no siempre uno vuelve tan emocionado como debería. Para evitarte el estrés, hemos preparado una ruta que incluye lo mejor de su patrimonio histórico-artístico, pero evitando colas innecesarias y recordándote que en Roma se pueden ver obras maestras de Caravaggio, Bernini o Miguel Ángel completamente gratis.
OBRAS MAESTRAS
Sin colas y gratis
Puedes empezar el recorrido en la Stazione Termini. Aquí se cruzan las dos únicas líneas de metro y se encuentran muchos de los hoteles más frecuentados. La primera parada es la iglesia de Santa Maria degli Angeli, en la cercana Piazza della Republicca.
Es un edificio extraño por fuera, pero mágico por dentro, así que cuando traspases sus puertas acuérdate de que, en cierto modo, entras en una pequeña porción de lo que fueron las Termas de Diocleciano, el complejo balneario más grande del orbe romano. En 1561 Miguel Ángel lo reconvirtió en iglesia por orden del Papa. Entre sus muchos tesoros, no dejes de ver a mano derecha, en el suelo, la meridiana solar que determina la fecha exacta de la cuaresma según el calendario gregoriano.
A unos 200 m hacia el norte vas a encontrarte con la Via XX Settembre. Aquí debes visitar varias maravillas del barroco romano. La primera, en el número 17 de la calle, es la iglesia de Santa Maria della Victoria, donde verás el Bernini más pasional: la escultura de El Éxtasis de Santa Teresa. La nave es pequeña y la escultura es monumental en expresión y tamaño.
En la misma calle en dirección al centro de la ciudad están las cuatro fuentes tardorenacentistas que decoran cada una de las esquinas del cruce entre las calles XX Settembre y delle Quattro Fontane. La belleza de las esculturas alegóricas de la abundancia, la castidad y la fortaleza es tal que hasta te olvidarás del intenso tráfico de la calle.
Una de las fuentes se apoya sobre la iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, obra maestra del genio barroco Francesco Borromini. Construida en un solar minúsculo, el arquitecto logró que pareciese grande dándole una fachada cóncavo-convexa, creando un efecto inédito hasta la fecha.
Más adelante, en la misma calle, verás la iglesia de Sant’Andrea Al Quirinale, otra obra maestra de esa época, en este caso firmada por Bernini, de quien se dice que, ya jubilado, acudía cada día a admirar la perfección de su obra.
Antes de dejar este barrio puedes visitar el Palacio Barberini (Via delle Quattro Fontane, 13), residencia de una de las grandes familias de la Roma del siglo XVI y XVII, cuyo escudo con tres abejas, puedes ver esculpido por los sitios más insospechados del edificio.
Maderno, Bernini y Borromini dejaron su huella en el palacio, pero también hoy están presentes pintores como Caravaggio, Rafael, El Greco o Filipo Lippi, ya que es sede de la Galleria Nazionale d’Arte Antica.
En el caso de que no quieras gastarte los 5€ de la entrada, puedes acceder a los delicados jardines traseros, ideales para descansar a la sombra de una estela del antiguo Egipto. Si quieres salir rápido de la zona, toma el metro en la cercana estación de la Piazza Barberini, no sin antes haber admirado las monumentales fuentes de la plaza, especialmente la del musculoso tritón esculpido por Bernini a mayor gloria de la poderosa familia de papas y políticos.
BONITAS IGLESIAS Y BUEN CAFÉ
La siguiente zona que debes rastrear es el Centro Histórico, alrededor del Panteón y la Piazza Navona. En este entramado de callejuelas hay miles de excusas para pararte, además de las más obvias antes citadas. Una de ellas es la iglesia de San Luigi dei Francese (Piazza San Luigi dei Francese, 5). Dentro te esperan tres lienzos de Caravaggio.
Antes o después, no dejes de pasar por Sant’Eustachio Caffè (www.santeustachioilcaffe.it), a poco metros de la iglesia. Es un local con sabor a dolce vitta donde preparan el café más especial de la ciudad. El secreto se esconde tras la mampara metálica que separa la cafetera del mundo.
Detrás del Panteón (que no debes perderte), encontrarás dos de las plazas más bonitas de la Ciudad Eterna: la della Minerva y la de Sant’Ignazio. En la primera debes adorar al Pulcino, un elefantito de piedra que porta en su lomo un obelisco egipcio y que lleva la firma de Bernini. En la segunda te rendirás ante un escenario teatral hecho en piedra rosada y estilo rococó de muy buen gusto y la capacidad económica de los Jesuitas, titulares de iglesia que preside la plaza, dedicada San Ignacio de Loyola. Aquí echa un vistazo a los frescos del techo y a la cúpula ficticia, hecha realidad gracias al arte del trampantojo.
FLAMINIO Y MONTI
La nueva Roma
Uno de los encantos de Roma es que nada en ella cambia. Por algo es conocida como la Ciudad Eterna. Pero no es así del todo; también hay novedades, aunque para encontrarlas haya que salir del Centro Histórico. Lo mejor que ha incorporado Roma a su catálogo monumental es el Maxxi (www.fondazionemaxxi.it), el nuevo museo de arte y arquitectura contemporáneos en el barrio Flaminio, cinco minutos en tranvía hacia el norte de la Piazza del Popolo y la Villa Borghese.
Aunque no sepas apreciar el arte más moderno, debes visitarlo, porque su aspecto le convierte en un clásico que, probablemente, se estudiará en las escuelas de arquitectura del futuro. La angloiraquí Zaha Hadid es la autora de un proyecto que te propone un juego en el que edificio y piezas exhibidas se fusionan y mimetizan de tal modo que a veces no sabes qué pertenece a cada cual.
El éxito de este primer romance de la ciudad con la alta arquitectura moderna no ha tardado en llegar y ya son muchos, romanos y turistas, los que dedican su tiempo a visitar las excelentes exposiciones de arte y arquitectura o la librería llena de cosas curiosas, libros y objetos de diseño. Y ya que estás en este barrio, no puedes dejar de visitar el cercano Foro Italico, la ciudad deportiva que Mussolinni mandó levantar en 1928 para dar rienda suelta a sus delirios de grandeza imperial. Las instalaciones se han adaptado a los tiempos y se usan frecuentemente. Es el caso de las pistas de tenis donde se disputa el torneo de tenis más importante del país y del Estadio Olímpico, sede de los Juegos de Roma de 1960 y de los dos clubes de la ciudad, Roma y Lazio, eternos rivales que alternativamente comparten escenario de glorias y miserias. Como por internet se pueden comprar entradas, tal vez incluso puedas presenciar en directo algún partido.
Lo que sí está tal y como se concebió a pesar del escaso uso que se le da, es el Stadi dei Marmi, un pequeño estadio con apenas gradas pero custodiado por épicas y gigantes esculturas de deportistas tallados en mármol que fueron donadas a la causa por las regiones italianas. Camino de vuelta al centro, puedes parar a conocer el Auditorium Parco della Musica (www.auditorium.com), el complejo de música clásica más activo de esta otra Roma, obra del más famoso arquitecto italiano en este momento, Renzo Piano. En las taquillas puedes adquirir entradas para los espectáculos o unirte a las visitas guiadas, que te descubren el interior.
SHOPPING ITALIANO Y ACCESIBLE
Si eres un experto comprador, ya sabrás que en los alrededores de la Piazza di Spagna están las marcas de lujo y en Via del Corso, las tiendas accesibles y donde van los cazadores cazadores de chollos.
Para ahorrarte una experiencia poco gratificante, te recomendamos que salgas de los caminos trillados y te vengas a comprar a Monti, un barrio que marca tendencia, entre el Coliseo, la Via Nazionale y la iglesia de Santa Maria Maggiore. Lo mejor de Monti es que no es un lugar pretencioso y allí verás como conviven nuevos negocios con ebanistas, cristaleros, talleres de artistas o casas de comidas como Taverna Romana (Via Madonna dei Monti 79), un negocio familiar con 200 años donde se degusta la mejor comida casera de la zona servida por la típica mamma romana. Puedes empezar la vuelta en Super (Via Leonina, 42), una pequeña y subterránea concept store en la que se resume muy bien el estilo de vida que practican los habituales de esta zona de compras. Cada espacio está dedicado a un tema: la moda, el diseño de objetos, el bienestar... casi todo son objetos únicos, de marcas desconocidas o nuevos diseñadores.
En Vía del Boschetto hay varias tiendas que merecen una visita. La primera es Kokoro, en el número 75, donde las chicas pueden encontrar piezas únicas, moda y complementos, a precios alcanzables. En el 94 está Domenico Passagrilli (www.ivetridipassagrilli.it), un artesano con aires de rockero que trabaja en vidrio tintado piezas sensuales que adornan e iluminan la casa. Desde platos de 60 € a lámparas medusa, entre 200 y 500 €, cualquier pieza puede viajar asegurada a donde el cliente indique. En Ashanti Galleria puedes admirar las joyas en plata y bronce de Raffaele Cinzio, un diseñador y orfebre. En la parte trasera tiene el taller, donde también imparte cursos de orfebrería a los que, si tienes tiempo, puedes apuntarte vía email (ashantigalleria@fastwebnet.it). Subiendo la calle encontrarás la microtienda-taller de Fabio Piccioni, otro joyero, que trabaja sobre antigüedades, a las que da un toque de sofisticación contemporánea.
En Via Panisperna no dejes de entrar en God save the look, de ropa vintage, ni en Nora P, con decoración y mobiliario resucitado por su dueña, Eleonora Pastore. La Vía Urbana también ofrece oportunidades para aprender cosas nuevas. Por ejemplo, en Studio Cassio (www.studiocassio.com) enseñan el arte del mosaico de la Antigua Roma. Reservando con antelación, puedes hacer un curso de 3 horas de la mano de una familia que desde hace tres generaciones viene restaurando los más importantes mosaicos de la ciudad. Si quieres ver a la mayoría de los comerciantes y artesanos de Monti de una vez, entra en la web www.mercatomonti.com, a ver si tu viaje coincide con el mercado que se celebra un domingo al mes en el Hotel Palatino (Via Leonina, 46-48).
Y entre tanta compra, te proponemos el merecido descanso entre los mejores vinos italianos y aperitivi romanos. Puede ser en Livro Divino (Via degli Zingari, 49) si buscas diseño, o bien en Ai Tre Scalini (Via Panisperna, 251), si prefieres una bodega centenaria.
TESTACCIO
Al lado del Aventino
Presumen sus habitantes de que este barrio, el Testaccio, es el único del centro que aún mantiene el espíritu de la Roma de antaño. Situado a los pies de una de las siete colinas, la del Aventino, Testaccio fue un área industrial plagada de populares tabernas donde se servía la mejor casquería romana, también fue donde se fundó la Roma, el club de fútbol, que jugó sus primeros partidos en el campo del barrio. Pero de eso hace mucho tiempo. El Testaccio de hoy ha cerrado todos sus pabellones industriales y de la Roma FC solo queda la afición. Aún así, aquí hay muchas cosas que hacer.
Para empezar, admirar la belleza de la Pirámide, junto a la estación de Metro a la que da nombre. Fue la tumba de un alto magistrado romano del año XII a.C. que tuvo la extravagante idea de hacerse enterrar al modo de los egipcios. Lo curioso es que este monumento ha llegado a nuestro días tal como se levantó, con todo el mármol que embellecía las estructuras de ladrillo en la época del Imperio Romano. Verás pegado a la pirámide las viejas murallas aurelianas y al otro lado de éstas, uno de los lugares más tranquilos de esta caótica urbe, el lugar más santo de Roma según Oscar Wilde, el Cementerio de Gentiles (Via Caio Cestio, 6). Es un camposanto abierto todos los días, donde reposan los restos de los no católicos fallecidos en Roma. Entre los que hay algunas personalidades como los poetas románticos Shelley y Keats o el fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gransci. La entrada es gratis pero se sugiere un donativo de 2 € para el mantenimiento del lugar. Cuando salgas del cementerio vas a ver una pequeña montaña con bares y otros negocios excavados en su base. Es el Monte Testaccio, un montículo artificial formado por acumulación de detritus, restos de ánforas, desechadas por los mercaderes romanos hace 20 siglos o más. Hoy la montaña acoge en su interior bodegas y bares de noche, en los que se disfruta de una temperatura constante de 17 grados todo el año.
En tiempos, mientras permaneció abierto el vecino Mattatoio, el matadero municipal, la montaña fue el lugar favorito de los amantes de las tripas y otras delicias tradicionales romanas. Las reses han sido sustituidas por artistas, ya que el matadero es ahora Macro Testacio, una de las dos sedes del Museo de Arte Contemporáneo de Roma (www.macro.roma.museum), que bien merece una visita, sobre todo si además del arte, te gusta ver arquitectura industrial.
ARTE ENTRE MÁQUINAS
Si es así, también debes visitar la Centrale Montemartini (Via Ostiense, 106), una antigua central eléctrica que exhibe bellas esculturas romanas entre maquinaria. El resultado es, sin duda, impactante. No te olvides de recorrer las calles que forman un triángulo entre el río Tíber, la Vía Marmorata y Vía Galvani. Encajadas entre edificios rosados descubrirás la Piazza Testaccio, corazón del barrio, con su mercado ocupando el centro, rodeado de grandes árboles. No tiene nada de espectacular, solo pura vida romana y los mejores alimentos del país a tu disposición. Para comer en el barrio, Felice a Testaccio es un clásico. Está situado cerca del mercado, y una de las especialidades es la pasta a la matriciana.