Si crees que conoces por completo un destino tan grande y diverso como la Ciudad Condal, te equivocas. La capital catalana es tan vanguardista que, aunque a simple vista nada cambia, todo se renueva y mejora. Te invitamos a compartir su pasión por el modernismo y a revisitar su lado más medieval y gastronómico. Seguro que te enamora de nuevo.
MODERNISMO: MÁS ARTE QUE NUNCA
Es imposible pensar en Barcelona sin que venga a la mente su riquísimo patrimonio modernista, un estilo arquitectónico relacionado con el progreso económico de la Revolución Industrial y el glamour de la Belle Époque. Esparcidos por la ciudad vas a encontrar decenas de estos edificios, especialmente en el Quadrat d’Or (cuadrado de oro), delimitado por el Carrer Aribau, la Ronda Sant Pere, el Passeig de Sant Joan y la Avinguda Diagonal.
Puedes empezar el tour modernista en la Plaça de Catalunya y el Passeig de Gràcia, con los delicados detalles de los edificios construidos para cobijar a la nueva alta burguesía local. Aunque parezca mentira, muchos de estos motivos inspirados en la naturaleza, formas orgánicas talladas en piedra y vidrio, escandalizaron a la sociedad de entonces.
A mano izquierda encontrarás tres de las casas modernistas más espectaculares: la Amatller, la Batlló y la Lleó i Morera, estas dos últimas, permiten la entrada.
En la visita a la Casa Batlló (www.casabatllo.es) –vivienda del industrial que encargó a Gaudí el edificio más fantástico de Barcelona– puedes asomarte a la tribuna principal del edificio, un ventanal sostenido por columnas con forma de hueso, así como a los desvanes y la azotea donde vas a ver muy de cerca las escamas y el espinazo del fantástico animal que remata el edificio. En la fachada: calaveras, gente bostezando, una alegoría de Sant Jordi y este dragón del Mediterráneo.
CON VIDRIERAS DE COLORES
Pegada a la Batlló está la Casa Amatller, de Domènech i Montaner, el otro gran nombre del movimiento. Recuerda a las casas de Flandes y fue propiedad de un fabricante de chocolate. No te pierdas los detalles de los balcones: ranas que tocan instrumentos o monos que sostienen lo que parece una cámara de fotos.
Cerrando la manzana, en la esquina con Consell de Cent está la Casa Lleó i Morera (www.casalleomorera.com), también de Domènech, donde se ensalzan las grandes invenciones de la época, el gramófono o la bombilla. Desde inicios de este año ya es posible visitar el piso principal y el patio interior, siempre bajo reserva.
Passeig de Gràcia arriba llegarás a La Pedrera (www.lapedrera.com), cantera en catalán, nombre despectivo para referirse a la Casa que los Milá habían encargado a Gaudí. Antes, observa las farolasbanco a lo largo del paseo. Se trata de un trabajo realizado en 1910 por Pere Falqués con una curiosa calefacción de carbón bajo el asiento.
La Pedrera también permite visitar los patios, los trasteros –sostenidos por 270 arcos–, la terraza y un piso de más de 500 m2 que recrea la vida de una familia burguesa de la época.
'CUATRO GATOS' MUY FAMOSOS
La parte más antigua de Barcelona también esconde mucho modernismo que ver, como la antigua papereria de la Viuda de E. Teixidó, actualmente una óptica (Ronda Sant Pere, 16).
O Els Quatre Gats (Carrer Montsió, 3-bis), primer café-cabaret de España, un negocio tan innovador que sólo lo frecuentaban cuatro gatos, de ahí su nombre. Entre ellos, muchos artistas –como Picasso–, a los que se permitía pagar con dibujos o poemas y que usaron las paredes del local para estrenar sus obras.
Cruzando la Via Laietana, el Palau de la Música Catalana (www.palaumusica.cat) es una lujosa filigrana de Domènech i Montaner. La visita, incluye la sala de conciertos.
MISTERIO. ANÉCDOTAS DEL PASADO
Como corresponde a una ciudad con tanta historia, las callejuelas de la vieja Barcelona esconden miles de anécdotas. Muchas tienen su punto de partida en Santa María del Mar, también conocida como la Catedral del Mar a partir de la publicación del exitoso libro de Ildefonso Falcones.
Esta iglesia del siglo XIV –puedes verla con una de las rutas de Itinera Plus (www.itinera-plus.com)– es una de las pocas que sigue 100% los cánones del gótico catalán. La razón de su “pureza” es que se construyó en sólo 55 años frente a los 7 siglos que se necesitaron para dar por terminada la Catedral de Barcelona.
La fascinante iglesia, esbelta, a la vista tan alta como ancha, luminosa y forrada de vidrieras de colores, se levantó con el trabajo y las donaciones del pueblo de Vila Nova del Mar, nombre medieval del actual barrio de la Ribera. Para recordar que esta iglesia es del pueblo que la hizo, en algunos capiteles del pórtico principal y en el altar mayor se pueden admirar bajorrelieves que representan el sacrificado trabajo de los bastaixos, obreros encargados de descargar los materiales de construcción que llegaban al puerto, uno de ellos, protagonista de la novela de Falcones.
Frente a la fachada principal está la calle más corta del Barcelona, la de Anisadeta, de apenas unos metros y con un solo portal que, curiosamente, ostenta el número 5.
A mano izquierda vas a encontrar un callejón (tercera calle a mano derecha) con un pasadizo sobre cuya boca sobresale el rostro esculpido de un personaje masculino, un fauno. Es uno de los tres que han sobrevivido y que indicaban a los habitantes del medievo que en esa casa se ejercía la prostitución.
ENTRE TORNEOS Y MILAGROS
Atraviesa el pasadizo para llegar al Consolat del Mar o Lonja (Passeig Isabel II, 1), centro del poder mercantil de la Barcelona medieval alrededor del cual vas a encontrar varias calles curiosas. Por ejemplo, el Carrer del Malcuinat, literalmente calle de lo mal cocinado. Parece ser que en este lugar se preparaba comida para los marineros en grandes ollas en las que cabía de todo y cuyo olor no era precisamente bueno.
La vecina Carrer de les Dames debe su nombre a las chicas casaderas que se colocaban aquí para recibir a los marineros que, tras una travesía peligrosa, hacían la promesa de casarse con la primera mujer que vieran en tierra en pago por haber regresado sanos y salvos.
De vuelta al Passeig del Born, entrarás en la que fue única vía ancha que había en Vila Nova del Mar. En el paseo se celebraban torneos, ejecuciones o milagros. Uno de ellos fue el que protagonizó la Virgen que preside la puerta del ábside de Santa María del Mar, que giró la cabeza cuando se llevaban al cadalso a un inocente.
En el lado izquierdo del Passeig está el Carrer de les Mosques, una calle que ahora está cerrada al paso pero que, en tiempos, se usaba para tirar restos de carne procedentes del cercano mercado. A la entrada del callejón verás al Papamoscas, la segunda de las caras de faunos que se conservan y cuyo nombre le viene del parecido que tiene con el divertido autómata que anuncia las horas en la Catedral de Burgos.
Continúa por el Carrer Flassaders para encontrar La Seca o Casa de la Moneda, caserón del siglo XII donde se acuñaron las monedas de curso legal en todo el Reino de Aragón. Aquí nació el término peseta, que en castellano significa piececita.
Antes de dejar la zona date una vuelta por el Born Centre Cultural. Además de su agenda de actividades, este año será uno de los espacios que conmemorará el Tricentenario –la derrota de los Habsburgo ante los Borbones de Felipe V–una celebración interdisciplinar que contará con grandes figuras catalanas, como La Fura dels Baus, Fontcuberta o Ferran Adrià. Consulta en www.tricentenari.bcn.cat.
'CAZATENDENCIAS' EN EL RAVAL
A la derecha de la Rambla, según se baja al mar, vas a encontrar el barrio más multicultural y alternativo del centro. En el Raval, antes conocido como Barrio Chino, todo es posible. Aquí, alrededor de la Plaça dels Àngels, están las instituciones culturales más innovadoras.
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (www.macba.com) es una de ellas. Se trata de un edificio blanco que programa las mejores exposiciones de arte actual y en cuya fachada se suelen juntar skaters y jóvenes que marcan tendencia. Frente a él, FAD (www.fad.cat), una institución privada que se dedica al fomento del diseño en todas sus facetas y organiza numerosos eventos.
En el Carrer Joaquín Costa hay pequeñas tiendas muy originales como Wilde Store, especializada en gafas vintage, y Fantastik, con recuerdos y objetos con estética kitsch, perfectos para hacer regalos originales.
GASTRONOMÍA. LA CAPITAL DE LA TAPA
Cataluña comparte con el País Vasco el honor de ser la cantera de la nueva hornada de super chefs españoles. Ahora que Ferrán Adriá ha cerrado El Bulli, en Barcelona empiezan a sonar nuevos nombres que ganan fama gracias a una formación excelente, tanto en los fogones como en el arte de la atención al cliente. Las tapas, un concepto muy manido, aquí adquieren cotas de alta cocina.
El ejemplo más significativo es Tickets Bar (www.ticketsbar.es), en la Avinguda Paral lel, heredero natural de El Bulli. Todo el concepto y la dirección gastronómica corre a cargo de Ferrán y su hermano Albert. La carta está compuesta por decenas de microtapas ultra tecnológicas a precios alcanzables, aunque si te pasas te saldrá caro. Para reservar, entra en la página web tres meses antes de tu visita, a las 12 en punto de la noche. Dicen que las plazas se acaban en 20 minutos, así que debes ser rápido.
Muy cerca está Cañota (Lleida, 7), un restaurante gallego que ha modernizado el concepto ofreciendo las delicias del oeste español en raciones pensadas para com-partir entre cuatro y así poder probar muchos más platos.
Junto al Mercado de Sant Antoni, en plena fase de remodelación, está Bohemic (Manso, 42), de Francesc Gimeno, un chef que gana fama con su cocina catalana a base de productos de temporada. Ofrece varios menús degustación, pero si no quieres comer mucho, en la terraza sirven tapas como las patatas bravas, la pizzeta y el carpaccio de presa ibérica. De esta manera, puedes comer muy bien.
Similar experiencia ofrece Adelf Morales que, junto a su esposa, ha creado Topik (Valencia, 199), un restaurante que no se deja llevar por las modas. Formado en Euskadi –con Martín Berasategui–, Italia y Japón su cocina es mediterránea con influencias. Prueba los arroces hechos en cazuela de hierro colado –el de erizo es muy recomendable– y las carnes y canelones, que suelen estar en el menú.
CERVEZA CON NOMBRE PROPIO
Fábrica Moritz (www.moritz.com) es la sede histórica de una marca de cerveza local creada por un alsaciano en 1857. Desaparecida en 1978 y recuperada por los herederos en 2004, la nueva generación ha apostado por la gastronomía, convirtiendo las antiguas instalaciones, en la Ronda Sant Antoni 41, en un lugar de visita obligada. El espacio lleva la firma del francés Jean Nouvel –que incorpora novedades como la pirámide de cristal del sótano, con la que lleva luz natural donde nunca la hubo– y, estéticamente, es impresionante.
Otra excusa para acercarse es la cerveza artesana que se fabrica aún en estas naves y que sólo se vende aquí. Pero, sobre todo, lo mejor es la sabrosa oferta gastronómica, que juega con la tradición catalana y alsaciana a base de incorporar muy buen producto local.
Jordi Vilá, chef del Restaurante Alkimia, es el director gastronómico de todos los locales de Moritz, así que también hay que hacerle responsable de las deliciosas tapas de la carta de Velódromo, en el Eixample (Muntaner, 213). Se puede comer compartiendo platillos típicos como calamares a la romana o escalivada. Este bar, cafetería y restaurante de los años 30, con mesa de billar y una escalera de caoba, ha sido testigo del ir y venir de los barceloneses del siglo XX, de los que han sido clientes y de los que no, ya que el local goza de enormes ventanas a la calle.