Cambia unos días los taconazos por las espardenyes y la música 'tecno' por el sonido de un kayak surcando el mar. Bienvenido a este reducto tranquilo, ese que aunque parezca mentira, también existe.
DALT VILA A primera hora
Quizás te sorprenda que empecemos este reportaje sobre la paz ibicenca hablando de la capital de la isla, habitual epicentro de la marcha noctámbula. Pero el secreto de su silencio radica en visitar Dalt Vila –el casco antiguo fortificado– por las mañanas, cuando la ciudad aún se mueve a un ritmo pausado, somnoliento.
Puedes comenzar tu visita en el Museu d’Art Contemporani d’Eivissa (MACE. Baluarte de San Juan). Durante las obras de ampliación del museo salieron a la luz una serie de viviendas de la época feniciopúnica que hoy, cubiertas con un vistoso suelo de cristal, forman parte del espacio expositivo.
En el piso superior, no dejes de visitar la sala dedicada al artista balear más cotizado: Miquel Barceló, cuyos dibujos comparten exposición con las obras de un amigo suyo, el escultor británico Barry Flanagan.
Desde aquí date un paseo cuesta arriba y descubre algunos rincones mágicos en Dalt Vila reservados a los más observadores. Por ejemplo, en la recoleta calle Sant Josep hallarás lo que fue el antiguo matadero árabe, que estuvo en funcionamiento hasta el siglo XVIII. Junto a ella, la escueta Iglesia de l’Hospitalet, albergaba el hospital intramuros en época medieval. Otro lugar santo: el Convento de San Cristóbal (calle Sant Ciríac), habitado por las monjas agustinas de clausura, quienes elaboran exquisitos dulces conventuales diferentes según el día de la semana (los viernes, coca de San Cristóbal; los sábados, coca de chocolate...). Para comprarlos deberás llamar al timbre que hay junto a la puerta del convento.
En la misma calle una discreta capilla (de Sant Ciríac), marca el punto por donde entraron las tropas cristianas en 1235 para liberar a la ciudad de la ocupación árabe.
Precisamente de la Ibiza árabe, trata el museo Madina Yabisa (Major, 2), ubicado en el antiguo Palacio de la Cúria, un moderno centro de interpretación dotado de audiovisuales que explica cómo fue el período de dominación musulmana.
BARRIO DE LA MARINA Terrazas y compras
El que fuera el antiguo barrio pescador, nacido al amparo de las murallas pero ya fuera de ellas, concentra hoy toda la movida prefiestera desde la puesta de sol hasta bien entrada la noche. La zona más turística y ecléctica de la ciudad tiene sus horas de locura, pero también sus perfectos momentos de sosiego, que como en otros lugares de Ibiza, suelen ser durante las mañanas.
Comienza el día en el Mercat Vell (junto al popular Portal de Ses Taules), donde los agricultores venden lo mejor que da la isla en frutas y verduras, y donde podrás adquirir algunos productos de elaboración local como infusiones para el estrés, o las más alcohólicas hierbas ibicencas elaboradas por los lugareños.
Desde esta plaza dirígete por la calle Antoni Palau, conocida por los ibicencos como calle de las farmacias (está claro por qué), en busca de aquellos comercios que aún luchan por ofrecer un producto tradicional hecho en Ibiza.
El primero y quizás más emblemático es la Joyería Pomar, que inició sus andanzas en 1852 (Antoni Palau, 2 y 4). La marca de la casa son las emprendades, la joyería tradicional ibicenca que visten las mujeres durante las festividades, pero en la actualidad, Elisa Pomar, bisnieta del fundador, además ha creado una línea moderna en plata y piedras semi-preciosas inspirada en las emprendades.
Otro lugar donde comprar una auténtica manufactura balear es Ceràmiques Es Test (del Mar, 14). Aquí podrás encontrar las típicas figuras de payesas de terracota, representaciones de la diosa fenicia Tanit o creaciones modernas.
Más arte hecho a mano: por Pedro, el peletero más famoso de la isla. Su trabajo le ha llevado a ser amigo personal de diseñadores como Armani o Jean Paul Gaultier, además de proveer a numerosas modelos internacionales, deportistas de elite y actores de Hollywood. En su taller Pedro’s (Aníbal, 8. www.pedrosibiza.com) podrás verle trabajar o adquirir alguna de sus fantásticas sandalias hechas por encargo (Para elaborarlas son necesarios 2 días como mínimo).
SANTA EULÀRIA Entorno rural
Para seguir con tu ruta por la Ibiza de siempre, sal de la capital y dirígete a la vecina (aquí todo está cerca) Santa Eulària des Riu, donde tienes una cita interesante con las tradiciones en el Museo Etnográfico. Dentro del conjunto arquitectónico de Puig de Missa, esta exposición permanente basada en las usanzas pitiusas, muestra una surtida colección de aperos de labranza y pesca, trajes típicos o emprendades. (Can Ros des Puig de Missa. Tl.: 971 33 28 45).
Si lo que aquí se expone te sabe a poco, dirígete hacia la costa Oeste y conoce in situ una típica païsa ibicenca: Ses Païsses de Cala d’Hort. Esta construcción payesa (que servía como establo y almacén para las herramientas del campo) ha sido destinada a albergar la ampliación del museo etnográfico.
En sus dependencias podrás conocer más acerca de oficios tradicionales como la cestería y también sobre la flora y fauna autóctonas (Ctra. des Cubells a Cala Vedella. Sant Josep de Sa Talaia).
Junto al centro de interpretación no dejes de visitar los recintos arqueológicos de la necrópolis púnica del siglo V–II a.C (justo detrás de Ses Païsses) y el poblado bizantino con su molino de aceite y su cisterna del siglo I d C (ubicado en la entrada del camino de tierra).
Más sobre la vida en el campo pueden contarte en alguna de las fincas vitivinícolas que existen en la mayor de las pitiusas. Aunque quizás no lo sepas, la viticultura se implantó en las islas antes que en la península gracias a los fenicios, quienes elaboraron y exportaron el vino local –almacenado en ánforas– hasta otras costas mediterráneas.
Una de las fincas que ha querido rendir homenaje a esa tradición fenicia son las bodegas Can Rich, quienes comercializan su producto bajo los diversos nombres con los que este pueblo bautizó a Ibiza. Galardonados con diversos premios a los mejores vinos de producción ecológica, en Can Rich elaboran también aceite y hierbas ibicencas. (Camí de Sa Vorera, s/n. Sant Antoni de Portmany. Tel. 971 80 33 77. www.bodegascanrich.com).
Una última cita, necesaria para que casi te ganes el título de experto en folclore ibicenco es acudir a un ball pagès, la danza tradicional de la isla. Se celebran durante las bodas, las fiestas patronales y, sobre todo los veranos, cuando los miembros de las collas se reúnen para celebrar las xacotas pagesas en fincas rurales, normalmente junto a pozos o fuentes.
Otra actividad que muchos ibicencos adoran es salir al monte a oxigenar el cuerpo. Tierra adentro, los bosques de pino ofrecen una buena evasión de tranquilidad y frescura, alternativa más que deseable cuando las playas se hallan atestadas de cuerpos al sol.
En Ibiza existen numerosas opciones para el turismo activo, tanto acuáticas como terrestres, así que consigue un culotte ciclista, unos palos de andar o un traje de neopreno, y prepárate para la acción. Y si no los tienes, no te preocupes, aquí podrás alquilar de todo.
A PONERSE EN FORMA
Para empezar recorre algún itinerario senderista: los hay de distintas dificultades y están bien balizados. Desde el mismo puerto de Ibiza parte una ruta que llega hasta la playa de Talamanca, y la zona de Ses Feixes, para después adentrarse por terreno rocoso hasta la playa de S’Estanyol (el itinerario completo son 13,3 km, pero puedes acortar volviendo por el mismo camino desde la primera playa).
Si prefieres un paseo más corto toma el sendero que parte de Cala Llonga, también en el sur, y durante 4 kilómetros discurre entre pinos hasta el antiguo poblado fenicio del Cap des Llibrell (4,7 km). Si estás en muy buena forma, entonces puedes optar por la ruta que parte de la iglesia de Sant Josep de Sa Talaia y que llega hasta la modesta cima de Sa Talaia (475 m de altura, unas 5 horas).
Otra opción para quemar calorías, y perfecta si el tiempo acompaña: una excursión en kayak. Los alrededores de la playa de Benirràs –con su entorno abrupto salpicado de cuevas y pináculos de piedra– son un enclave perfecto para ello. No es necesario que tengas experiencia previa, hay salidas para todos los niveles de una o dos horas de duración. Si ya has probado el kayak en otras ocasiones y te apetece una aventura más completa, la compañía Ibiza Mundo Activo organiza cada año la vuelta a la isla en kayak, para la que son necesarios unos siete días. ¡Todo un reto! (www.ibizamundoactivo.com).
Más acción, de nuevo con los pies en la tierra y sobre las dos ruedas de una mountain bike. Existen 21 rutas señalizadas y divididas según su dificultad, que recorren distintos puntos de la isla. Nos parece espectacular el itinerario que bordea la costa por las calas de Santa Eulària entre las que se cuentan cala Llenya, cala Mastella o Pou des Lleó (31,80 km, unas 3-4 horas).
También marinera y panorámica es la ruta que discurre cerca del agua partiendo de Sant Antoni de Portmany y que llega a playas como las del Compte o cala Roja. Las vistas sobre las vecinas islas de Es Vedrà y Es Vedranell son sencillamente ¡impactantes! (31,43 km, unas 3-4 horas). Puedes descargarte más información y rutas GPX en la página web de Turismo de Ibiza (www.ibiza.travel/es/cicloturismo.php).
Para terminar con las actividades al aire libre, ¿qué te parece una ruta a caballo? Galoparás a través de espesos bosques mediterráneos, bordeando barrancos y cruzando campos de almendros o algarrobos, no hay mejor manera de adentrarse en el interior rural de la isla. (Ibiza Horses. www.ibizahorses.info).